El 10 de septiembre de 2014 el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) alertó de la formación de una depresión tropical frente a las costas de los estados de Guerrero y Michoacán, a 391 km al sur de Lázaro Cárdenas y 385 km al suroeste de Acapulco, con velocidades máximas de viento sostenido (VMS) de 55 km/h y ráfagas de 75 km/h. El SMN informa el 13 de septiembre que la depresión tropical se convierte en huracán, de acuerdo a la escala Saffir-Simpson, al superar VMS de 118 km/h. El 14 se septiembre alcanza la categoría IV con VMS de 215 km/h y ráfagas de 260 km/h. La nubosidad alcanza un diámetro de 600 km aproximadamente y el núcleo de 70 km, y se desplaza a 28 km/h en dirección nornoroeste. El ojo del huracán, con categoría III, toca tierra el 15 de septiembre a las 23:45 horas, aproximadamente a 25 km de Cabo San Lucas con VMS de 205 km/h y ráfagas de 240 km/h, y se disipa como tormenta tropical el 17 de septiembre. Este sistema atmosférico fue acompañado de lluvias, las cuales resultaron ser de menor intensidad comparado con otros huracanes que han afectado al estado de Baja California Sur, como fue el caso de Juliette en octubre de 2001. Las consecuencias del huracán en la infraestructura del estado de Baja California Sur fueron significativas, de acuerdo con los comunicados de prensa de la Presidencia del 25 de septiembre y 7 de octubre, el 95% de los usuarios del estado se quedaron sin servicio de energía eléctrica por el daño de cientos de torres de transmisión, miles de postes de distribución y cientos de trasformadores. El 100% del suministro de agua potable se interrumpió ante el paso del meteoro. La actividad agropecuaria resultó perjudicada, aproximadamente el 30% del total de las hectáreas cultivadas fueron afectadas. El Aeropuerto Internacional de los Cabos y el Aeródromo Internacional de Cabo San Lucas sufrieron daños considerables. Más de 10,000 viviendas afectadas principalmente por daños en elementos no estructurales y contenidos, pero también hubo 1,800 con daños mayores o totales, éstas fueron en su mayoría de construcción informal y en zonas irregulares. En cuanto a daños en carreteras y puentes, el más significativo fue el colapso del puente Caduaño. Por lo que toca a la infraestructura hotelera en Los Cabos y San José del Cabo sufrió daños severos en elementos no estructurales y contenidos. Fue necesario evacuar a más de 38,000 turistas y albergar a más de 11,000 personas. El impacto económico directo del evento se ha estimado en más de 14 mil millones de pesos. En cuanto a las vidas humanas, el número de fallecidos fue de seis personas. Debido a la relevancia de este hecho para el país, el Instituto de Ingeniería de la UNAM (IIUNAM) y la Academia de Ingeniería (AI) decidieron efectuar una visita a las zonas afectadas con el objetivo de obtener información relevante sobre el desempeño de la infraestructura después del evento. Se contactó al Dr. Carlos Valdés González, Director General del Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) para coordinar las actividades con las que ellos emprenderían. Así mismo, se contactó al Dr. José Luis Fernández Zayas Director Ejecutivo del Instituto de Investigaciones Eléctricas (IIE) y al M. en I. Víctor Javier Bourguett Ortiz, Director General del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), ya que se consideró conveniente incorporar a expertos en diseño eólico y fenómenos hidrometeorológicos de estas instituciones. El grupo que realizó la visita de reconocimiento quedó conformado por Marcos Mauricio Chávez Cano, José Alberto Escobar Sánchez, Miguel Ángel Jaimes Téllez, David Murià Vila, Fernando Peña Mondragón, Juan José Pérez Gavilán Escalante, Adrián Pozos Estrada y Eduardo Reinoso Angulo por parte del IIUNAM; Oscar López Bátiz, por parte del CENAPRED; Alberto López López y Ulises Mena Hernández por parte del IIE. __________________________________________________ Nota ejecutiva
Efectos del huracán Odile en la infraestructura >>
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